Yo voy a conté a ti un cosa Tú son buena y hermosa. Yo voy a conté a ti un cosa Tú son bueno y hermoso.

Habanece Ma fi ire fun Maferefun saluba Arrebatada desafiando la zozobra Un buche y murmurar resguardos La mambó enarbola sus crenchas Mãe Yemaya Mãe Yemaya Tiposa y sucitante En voz distinta la risarada Andrógina o eterno da mudança Los almiprietos baten para Olodum En el terreiro vela y candomblé Habanece maferefun Mafi ire fun saluba Habanece mafi ire fun El atabal me guía Habanece maferefun Buen hora de tabaco Habanece Ma fi ire fun Olere negrurita.

De la selva hasta el desierto Ni en túnel ni a cielo abierto No queremos anillos de oro ver Queremos tlayudas para comer Agua e coco y de tu miel.

Chóquela, mi Mandela, chóquela, Muhammad Ali Desde la sierra madre, vine a vozarronear Un sustento de sombras Un eco cimarrón Ajustada la murga, que cultivó el pregón Chóquela, mi Sor Juana, venga Flores Magón De Tapachula a Chiapas Enverdece un clamor Completamente el tren, Coltrane Salta la irritación Mi ruido gutural, niega y es más jodón Chóquela Fela, Marley, Angela Chóquela, Gil, Elis Un rumor subversivo, tramo sin trabazón La neta creo en esto, vale que suene así Otra sabiduría, pródiga siembra aquí Chóquela Zappa, Mingus Chóquela, Quincy, Miles Venga Moacir, Yurchenco Venga Leonard Peltier Chóquela mestre Hermeto , Galeano, Luther King Abdullah, Naná, Marvin Gaye Palmieri, Violeta, Sun Ra El coro se afincó con Ornette, Carla Blay, Isabel Aracataca, Arapiraca, gradeceré, africará.

María Guaba la llamaban No porque ella se montara Era que siempre llevaba Café, tostado en la cara Y de una manera muy suya La falda en cauda sembraba. Entrada la nochecita Juntaba a la muchachada Las historias más bonitas En su boca se juntaban. Sobre el peso de una abeja se inclinó La primera flor del cafetal El perfume de su leyenda quedó Aromando el cafetal Ella cargaba en la espalda Lluvias toneladas de sol María Guaba, salía por la mañana Regresaba serenada Con su cauda bajo el brazo Sonriente caminaba Sin rendirle cuenta a nadie se la banderaba “Bella mujer matinal De collares, amuletos Y ojos como dos cafetos Color verde tropical Rauda abeja laboral Al plantío contenta vas La aurora despunta ya Con sonrisa de sandía Un nuevo sol se encendía Para la María Guaba” Décimas de Guillermo Velázquez.

Jilgueros: mantra vivo de jacarandas en el ayuno del alba Jacaranda, edad que acusa en el engrosamiento de las ramas la delgadez progresiva de la savia En la roja recta del martirio Es cópula el rocío, cúpula la flor En tumba africana de altas ramas te sería zopilote, orquídea te sería para engalanar de oros lilas tu esqueleto De espejo a espejo me acuesto al pie de tu erección estrella negra en el vientre del tiempo Árbol de la vida ¿Qué ramal punta de flecha señalará tu disparo irreversible? ¿Y quién dice que ceniza, dunas errantes, sangre en tolvanera no son jacarandas migratorias de otras vidas?

Miré un anciano ensombrerado, sonrisa, plena. Una figura extraordinaria, sutil presencia. Le pregunté si conocía Bernalejo o Margaritas. Amable me sonrió y solamente murmuró, avanza hijo no demores. Seguí la huella del riachuelo inexistente. Rodeado de mezquites y huizaches. Tan solo un pequeño trecho y me volví para mirarle. Sorpresa me llevé, un cuervo aleteó hacia el levante. Graznó ya lejos y dijo así, nos toparemos en el fuego. Seguí la huella del riachuelo inexistente. Con trotecito asoma mi nahual. La melenera, dispersada por el viento. Escucho, agúzate, mi sombra indiferente. En otra vida, en ésta, en la que toque. Tropicalista, cimarrón, negrona. Mi arenga, cesó, en el Trópico de Cáncer. Sonó macizo este canijo lance El pajarraco luminoso agigantó sus alas. Graznó ya lejos y dijo así. Nos toparemos en el fuego.

Boca de trapo no me deja ver, tu risarada. Ojos morunos un encante, te balconean. Mi semejanta es un antojo. No puedo escuchar esa tonada. Venga el huainito, un cambalache. Vamos a zapatear con la parvada. Boca de trapo no me deja ver, tu risa plena. Dis que será, será. Dis que quizá, quizá.

En to lo lao y a sabiendas Si fueron dichas las recupero / como lo supe se las endoso Si se te antojan pues ven por ellas En to lo lao / ariles su risarada En to lo lao / siempre conmigo Y lo que digo ya sé que duele Así pues dale sin malojera En to lo lao / ariles / seguir palante Con un tanteo cantarolable Llegó la abuela / (rep. 3 v) Y su sonajera / Por dar posada al pensamiento chocolatada salió la nieta Dispulkenme soy Anahuaca / adrede Tlahuica / la gigantona Mi traversera / ta tenso el montro / áspero el moustruo En to lo lao / ta harto denso / audible apenas / para quien quiera En este cuento a renglón seguido / voy a terquiarle y se lo entero Nos abollaron la resonancia / con las frecuencias traman un tuerce Que será, será Ni pa remedio en to lo lao / un tate quieto / tosco murmurio / es lo que corre Éste es el loop del alegato / éste es el loop de la querella Rap suprema corte calamitosa / un garabato de la arrogancia / un fatalismo esos gandallas La traducción pa maloriarnos / jijos de su a perpetuidad / no les bastó todo el oro que han saqueado Puedo gritarles todavía / jijos de su a perpetuidad malíciala con la OTAN por sus siglas en Zapoteco / crudelísima la globarbarización / su costra crónica en América letrina Zafa armas y farmas zafaaaa / éste es el loop del alegato / éste es el loop de la querella Éste es el loop arrebatado / éste es el loop es un wamazo / apuntalando mi resortera Que busca, buca a los principales / sepa si su mercé una llamita vigorosa con zumbidos intrigantes Un injerto atildado DIGO / zizagueante DIGO / tendedero de fusas y confusas Propiciante DIGO / púchica, un carajal de valedoras DIGOOO. Sigue la tonga, gozosamente, el totoroto y maculelelé Muy parejitos y afinaditos / oídos plebes así ni modos Y le danzamos al milagriento del ahuehuete, que figuraza pal amanezca Si sucediere / pos que chulada Si no acontece / sospiro apenas Ya va el resumen sopranizado / ohíme bien un malversado El más añejo de la parcela / de allá bien lejos Potosileño Tengo otros datos y en este barrio / tan solo yo Les quedé de muestra.

Ese, dijo la entidad, con voz entortugada. La otra noche, hace un leve menos que un siglo y siento no mucho decirlo. Remendado, límpido, abusadoramente prieto. Se tuntuneaba la regocijada figura. Aray ¡seguramente, el azar no lo embonó. Irrebasable en sus corcheas retozonas y a la fijeza, su arenga coincidente con la barrial opinión. Los ásperos cambios de tempo de sopetón y el amasijo de acentos regionales, salpicaban con su animosidad. Charles, caricioso torrente que apachurraba con rudeza honesta, el calamitoso desprecio blanco. Un desprecio acentuado por su fertilidad y bizarría apasionada. En el trapiche oscurote, su arrebatada simiente. Como testigo, un tololoche siempre albo de discriminación. Trazaba así, una melodía muy más escurana que un zanate. Tal vez, una amalgama cruel de ritmos, anarquizados intervalos. Una lujuria armónica, un texto cualquiera, sobre la negra no auxiliada. Después de un atentado esquinero, por ser negra! negra, negrona, negra Aquicito una dosis maciza de ocurrencias, sobre un bajista avecindado en Cuernavaca, al fin de los setentas. Pícaro soberbio, audaz instrumentista, revuelta visceral, bestia total, el insurrecto. Notable ruiseñor. Charles, un atorrante con habano. Mingus, silbando una secuencia, el último aliento de su pasaje abismal por este plano. La gran nota, forma extendida de emoción. ¿Estamos hablando de lo mismo? Decía, de un bajista rebelde, el absoluto. Silbándole a Roberta Jota Anderson, también llamada Joni Mitchel, el último trino de su vida. Después de su estruendosa búsqueda sonora, Charles deseó sus cenizas en el río Ganges. Junto a los dalits y los parias. Lejos de América y la humillación “Un relato que mide el silencio de las palabras en el aljibe de los sueños.”-Juan Martínez

Yo soy el bicho prieto que al final reía De aquella banda del talón San Cosme Mi grito tupe a los parlamentables. Chanchos con plumas sobre la rapiña. Y esa masa ni para el alpiste. Sinuosa bonitura de la turma soñadora. Gozando el arrebato o realce de las verde matas. De los que nos juntamos a reír y a vacilar un cacho. Un de dos, un enrolado prosístico que alumbre. Un de dos, aquel abrazo común que nos embone Un de dos, infinitivamente el eco de mi beso, de una. Un de dos, arrechamente al ritual le dimos dando. Un tramo de descarga, una malandra que trastorne. Formato antiguo, criba, temba, bocanada y role. Aquerenciarse del bonsái que imaginamos. Rezumba y suena, rezumba y suena a los desaplicados. La yuca pronta, conmovedora urge mi propuesta. Urge. Soberaneaba el viento. La divinidad, nos resta. Ese bicho prieto Corto es el día. Corta la escurana. Y en la baja tarde. Suena el desafío.

Qué buena ganga corazona, este es el rito Que prevalezca la ternura y un requinto intenso El precio no influyó en mi apetito Y apéame ese tramo en mi jarrito La mar de bien, américa temprana Y se abren los caminos. Requetebuena tu lechita, Mayahuel me puede Ándale pues, tú misma es contigo la meritita. Y ahora que me ha dado por fijarme en eso Muchintes gracias tortillera por aplaudir mi tlacoyito. La mar de bien, américa temprana Y se abren los caminos Tamaña bemba y su séquito de consecuencias Esta vez haré una excepción Venga ese monte Morochamente sin conteo de protección Mero me arrimo Qué contentura, yo lo aprecio. Platanitos pa’l cinzontle

Murmuración (A. Cipriano) Marchantas murmurando sin parar, un cacho mío. Enjambre de criaturas van, doliente grafitera. Herida sin sanar, un solo grito. Nos conocimos en la marcha. Al sol, al sol, nuestro reclamo. Nutridos de animosidad, los prietos normalistas. En ese entronque, quise estrechar su pecho noble. Y más, agudamente escuché, sus rogaciones. La siembra pródiga, de tatas con sabiduría. Aguacalé mis manos, en la tierra removida. Y sin achicopalé, canturrié. Ayotzinapa. Siento algo cuando lloran, es muy gacho muy cabrón. Un café en su memoria, animando, este pregón. Denme mi muchacho (José A. de Lara – A. Cipriano) Denme mi muchacho, háganlo soltar. Quiere ser maestro, tan solo estudiar. Y sembrar el bosque de comunidad. Denme mi muchacho, háganlo soltar. Los niños aguardan la escuela rural. Germinar el bosque de Lucio y Genaro. Cuando en la vida se sufre una herida. ¿Eso nos hicimos el uno a la otra? Deletreando Iguala, si no le conmueve. Yo traigo tatuado un cuarenta y tres. Tu ve, ¿tú me entiende? Los labios dirán, lo que vieron los ojos. Y en los pechos de los padres Los retoños escribiendo Las chicuelas escribiendo. Con mazorcas escribiendo. Mi primera lección Ha comenzado.

Si me voy a otro lugar No es que quiera sabotear Cariñismos y rumbón Empate fue el final Que argumento más bacán Voy montado en mi tambor En el pecho mi acordeón Para quién quiera, yo. Mi parceira inspiración. Chacarera la emoción Que maneras de arrimarse un son. Yo no salgo sin un sí. Ni me arranco si un la Solo quiero ver el sol de allá. El sol de allá, el sol. Si me voy a otro lugar. Lo impensable sucedió La querencia regresó Saudade me arrancó. Que argumento más bacán. Voy montado en mi tambor. En el pecho mi acordeón Para quién quiera, yo. Con las justas apuré. Tachoneando resistí. A sabiendas o a callandas Que se atreva el azar. Tatetranqui retozón. Dileriando indiferencia. No encontré mi paliacate. Ni el caset de Monk y el tren. Ni al buenazo de Epicuro. “Tudo de bom e de som”. Salteadito el trombón. Cada tiempo en su lugar.

Tan espeso lo que les voy a contar Que antes quisiera echarme unos tacos Dejamos el medioevo con sus capas de temor Para soportar vacunas o pavor Murmurar, pasito, pasito, despacito Reptilísticamente, con voz cansona La vaina ardiente Que diera, quién sabe, si es blues. En la fila fui la novena Fíjense que coincidencia El espermatozoide más mechudo Con un óvulo sin rímel Le decía fui la novena Y ese número me abrió caminos Y me enlisté, con prietas luminosas Cupiditas del elenco Requintistas cojunudos Con impostergable vicio Que diera, a sabiendas si es blues Con la múcura a mi lado Ya verá prende la mecha Una carcajada tuya Pa zafar la indiferencia Mi cantiga se hizo humo Contorneaba a la nocturna Tu presencia y el silencio Vidalita ya me fui

Perseguidoras y soneros en el madrugón, La canturía intemporal, sensualidad, un ostinato. Menea meneíto mi chaneque, su presagioso dundunbá en el trópico ensoñador, Desde la otra orilla el mensajero y su tambor para el torpor y el buen humor Las hierbas curanderas son las altas Para latir y aprimorar, así nos la crecemos sin comparanza, tan sólo quiero acurrucar en mi alma-zen un hempazúchitl que remansase mi tumbao. Es este cuero, el que me convirtió Es este cuero, que atinó de cuajo. Es este tronco el que me hace danzar con desparpajo. Es este cuero, tigraje respondón Es este árbol, tambor maracatucuté Es este árbol, piel tensa, caribe la voz y un ahuecado desafiante “Pasando el gran pasmo, habría que levantar del suelo sus antorchas y perdonarles que nos dejaron solos en tiempos tan canijos, cuando más hacían falta”. Texto de Hermann Bellinghausen.

"Hallazgo" de Antonio Preciado Hoy saqué de la arena un hueso que me ha pertenecido porque tiene una señal de sangre idéntica a mí mismo, el horrible dolor que me he palpado en éste mismo sitio Además, es del mismo metal que en una uña de mamá he sorprendido Pues bien, me haré una flauta, compondré una canción a mi asesino, y la saldré a tocar todas las lunas a lo largo de todos los caminos. Paul Niger. Puedes mandarme que rece, puedes ordenarme que espere, no puedes impedirme morir ni vomitar mi impotencia, frente a tu rostro pálido. Amiri Baraka. Tal vez te lleve cientos de años quitártelos de encima. Sojourner Truth. Acaso no soy una mujer, he parido trece hijos y he visto como la mayoría de ellos eran vendidos como esclavos. Mazisi Kunene. Mientras aún pueda recordar, mientras aún tenga ojos para ver, mientras aún tenga manos para asir, mientras aún tenga pies para arrastrar, sostendré tu nombre por todos los días.

Toque de conga Atabaque, tambora Batuque de rymetron. Tumba, marimba, Bambu, balafon. Abença, Pai, ¡O ritmo! A bença, mãe, ¡O África!

Viento ven, con tu querencia desde atrás del cosmos. Viento ven, con tu cantiga como si soñaras. Viento ven, con la Sandunga otra vez. La calma y la tempestad. Mensajera de la oceána. Godumaduma, godumaduma.

Es bueno ver. Los dos lados del mar. El negro a la llegada. Y el azul al pasar. Es bueno ver. Los dos lados de amar. El negro en la pupila. Y el color, además.

Yo voy a conté a ti un cosa. Tú son buena y hermosa.

Que ya no quiero el son mío, que se perdió, sino la flauta en el viento, su temblor. Que ya no quiero mi nombre, que se secó, sino la endecha salvaje del amor; Como tú, pájaro oculto, ladrón de todos los sones del monte, adorador.